¿Por que se celebra la noche Valdiviana? te había preguntado alguna vez porque se celebra esta fiesta? Bueno, nosotros nos hicimos la pregunta y encontramos respuestas a la tradicional celebración valdiviana que se lleva nuestro veranos todos los años, porque cuando termina de explotar el ultimo fuego artificial se acaba el verano en nuestra hermosa perla del sur de chile, además te dejamos otras dos historias bastante buenas y entretenidas, entonces vamos a conocer ¿Por que se celebra la noche Valdivia?
Una fiesta del siglo XVI – La Noche Valdiviana
La última semana de febrero se festeja la “Noche Valdiviana”, un evento que se repite desde el siglo XVI y que nació como una protesta de los pobladores contra el gobernador de ese entonces, García Hurtado de Mendoza.
En esa primera manifestación se echaron botes al río con montones de paja prendidos fuego y el alboroto fue tal, que destituyeron al gobernador.
Por ello, cada año, se repite este “desfile de embarcaciones iluminadas” sobre los ríos de la ciudad que simbolizan la lucha del pueblo y que se ha transformado en una gran fiesta tradicional.
El prisionero del Torreón
Un prisionero ilustre fue el coronel español Tomás de Figueroa, quien estuvo recluido en el torreón de Barro en 1778, acusado de “incendiario”, en un confuso incidente donde el mentado militar visitaba a su amante y al descubrir que el marido engañado volvía a su casa no se le ocurrió otra cosa que provocar un incendio. El hombre fue perdonado de tal “crimen”.
Después Figueroa pasó a la historia de Chile por afrontar el alzamiento huilliche de Río Bueno en 1792 y descubrir las ruinas de Osorno y, más aún, por orquestar en Santiago el Motín de Figueroa el 1 de abril de 1811 para deponer el gobierno patriota y reinstalar al gobernador realista García Carrasco. Sin embargo, Figueroa fue detenido, procesado y fusilado por traición.
El diablo en la isla Teja
En Valdivia, en la isla Teja, existió un distinguido industrial del cual se hacían lenguas que había logrado su fortuna favorecida por el diablo.
Entre sus negocios florecientes estaba una fábrica de cerveza, famosa por su calidad y cuyas botellas ostentaban una etiqueta que lucía a un diablo con cara astuta y sinvergüenza a horcajadas en un barril.
El pacto que tenía con el Maligno consistía en que éste durante la noche era el que fabricaba la cerveza, mas un día que el industrial no le cumplió una promesa, dio una fuerte patada en la tierra y huyó. Nunca más le fabricó el rubio líquido.
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